Uno de los caballos de batalla de muchos padres y madres es el orden. O mejor dicho, el desorden. Cuando son pequeños hay juguetes, lápices, papeles y cuentos esparcidos por todas partes. Y cuando son mayores no puedes entrar en su habitación si GPS (fijo que no sabrías encontrar la salida). Seguro que tenéis las orejas doloridas de oíros repetir «¡Quieres hacer el favor de ordenar!». Pero antes de volver a repetir «te lo he dicho un millón de veces», vamos a sentarnos un momento en el rincón de pensar:

¿Para qué lo quiero todo en orden?

La respuesta es porque deseamos que sean personas autónomas, responsables, que aprendan a tratar bien lo que tienen y porque es más fácil encontrar lo que buscan. No está mal para un congreso de pedagogía, pero no es del todo sincera. Si fuera así no se nos hincharía la vena del cuello. 

Si miramos en el fondo del corazón descubrimos que nos desborda el espacio común –que hemos limpiado y ordenado cuando no estaban- como un campo de batalla. El desorden es una metáfora de alguna cosa que chirría en nuestra vida:

  • Lo sentimos como una falta de respeto hacia nosotros.
  • O como una pérdida de control. El orden es previsible, nos da seguridad, pero el desorden nos conduce a la incerteza.
  • O bien proyectamos el futuro de nuestros hijos solo basado en una habitación desordenada.

Una vez entendemos que es aquello que nos mueve internamente, es más fácil encontrar la solución menos cargada emocionalmente.

Nuestro concepto de orden no es el de nuestros hijos. Solo a partir de la comprensión mútua se puede empezar a poner pautas conjuntas. Un espacio ordenado facilita la convivencia y favorece un clima más agradable, pero eso nos obliga a repasar nuestros armarios, cajones, despachos, cocinas, librerias… ¿Pasarían nuestra propia evaluación?  No podemos pedir a los hijos lo que nosotros no hacemos, ya que la incoherencia nos desacredita automáticamente.  Todo lo que rodea a un niño le educa.  Él observa y saca sus propias conclusiones.

Compartir la sabiduría del orden con tus hijos o hijas significa:

  • Dar aquello que no nos sirve y priorizar lo que sí nos es ahora útil. Ordenemos con ellos, no por ellos.
  • Buscar un lugar para cada cosa (no sirve una caja para guardar de todo porque es más práctico, ya que cuando te des cuenta el universo entero cabra en ella).
  • Evidenciarles que si no salen cosas viejas, no pueden entrar nuevas.
  • Construir con ellos cajas y cajitas. Su implicación les permitirá ser más conscientes del espacio y cuidarlo.
  • Divertiros tanto como podáis mientras tanto (poned música, inventaros histories de calcetines o haced una carrera para ver quién llena antes la bolsa de juguetes para regalar).

Me encantaría saber cómo lo hacéis para huir del estrés del la limpieza y el orden. ¿Me lo explicas? ¡Gracias!