Creemos que la educación es un botón que activamos o desactivamos al gusto. Siento deciros que esto no es así. Todo educa. Todo acaba influyendo en los niños. Recuerda el profesorado que tuviste de pequeño y porqué os impactó. No siempre se aprende del mejor ¿verdad?

Durante los años que trabajé en ludotecas, me quedé admirada de como el espacio condicionaba a los niños. Des de los colores de la pared y los muebles, hasta el tipo de cajones, pasando por cómo estaban dispuestos los juegos y juguetes. Todos estos elementos inciden directamente en el tipo de juego que se genera.

Cuando creamos una habitación para nuestros hijos pensamos en la cama, el armario, el escritorio, las sillas… Pero ¿destinamos el mismo tiempo a imaginar el espacio de juego? Para cubrir sus necesidades deberemos tener en cuenta:

  • Delimitar el espacio. ¿Toda la casa es una aventura de juego o solo su habitación? Lo que se decida deberá argumentarse para que el niño o la niña lo entiendan (peligros, muebles que pueden estropearse, espacios demasiado pequeños, el espacio de los padres o las madres…). Un espacio más grande genera un juego más rico ya que la criatura siente que no tiene limitaciones y puede ejercer diferentes tipos de juego.
  • No jugará con lo que no ve. Si tiene los juegos y juguetes a su alcance, le estamos dando la oportunidad de decidir sin la intervención del adulto. Si no hay demasiado espacio una buena estrategia es ir cambiando de vez en cuando los juegos, y así siempre tendrá una motivación por elementos nuevos.
  • Su estantería. Una manera de decir a nuestros hijos/as que son importantes y demostrarles que tienen su lugar en la familia, es con una estantería o vitrina que los haga visibles (trabajos de escuela, dibujos, construcciones de Lego…). Quizás una puerta o la nevera si no tenemos espacio. Lo más importante es que sientan que forman parte.
  • ¿Para qué sirve su habitación? En un espacio, normalmente reducido, queremos que jueguen, duerman, descansen, lean, hagan deberes… Estas acciones invierten energías muy diferentes pero en cambio pretendemos que el espacio se adapte como un chicle. Como no acostumbramos a vivir en el palacio de Versalles, lo más adecuado es crear espacios neutros (con alguna pared de color si se quiere pero no toda la habitación), con diferentes tipos de iluminación para cada momento (las lámparas de sal son perfectas para  momentos relajantes) y estanterías abierta y cerradas pero que dejen parte de pared libre para no crear agobio visual.
  • Imaginación al poder. Una puerta con pintura de pizarra se convierte en un espacio más de juego y una sábana vieja transforma la mesa del comedor en una cueva secreta. Los cojines y las mantas son unos buenos elementos versátiles para crear lo que queráis y donde queráis.
  • Menos es más. Una habitación llena hasta arriba confunde, agobia, no permite descansar bien y acumula polvo. Enseñar a nuestros hijos que deben deshacerse de las cosas viejas para que entren nuevas, es una metáfora de vida que podrá aplicar para siempre.

Que tingas un feliz día y no te olvides de dejar espacio al juego 😉