Una de las épocas más bonitas del año para un niño, se puede convertir en una fuente  de estrés para nosotros. ¿Compro todo lo que me pide? ¿Y si se ha agotado el juguete que-más-mola-del-mundo? ¡¡¡Ahh!! Respira. Más profundo, que te oiga. Muy bien. Y ahora vamos paso a paso.

Sólo conozco dos maneras para vivir estas fiestas como lo que son, un tiempo para compartir sonrisas, juego y mantita.

 

  1. Previsión. Ahora, a un mes vista, ya sabemos que necesitaremos papel para envolver, por poner un ejemplo. Pues preparémoslo. Tengamos una libreta siempre a mano (yo tengo una en la cocina), para que no se escape ninguna idea cuando nuestros hijos, parejas, hermanos u otras criaturas digan: “¿Sabes que me gustaría que me regalasen?”. Si además los incluimos en un cuadrante que indique la persona que regala y la persona que recibe, la tarea se simplifica considerablemente. Hagamos lo que sea para que nuestros pequeños escriban la carta a los seres mágicos de turno con suficiente tiempo.

 

  1. Confianza y bajada de listón. Es fantástico que queramos darles lo mejor, pero ello no puede ser a costa de nuestra salud. Una madre o un padre desbordado, es una criatura desbordada. Confiemos en que encontraremos lo que necesitamos y dejemos de exigirnos siempre un 10. Personalmente creo que el 9 o el 8 (oye, que es un notable alto!), son números preciosos. Cuando planifiquemos, marquemos lo que es imprescindible y lo que tampoco pasa nada si no lo hacemos. El mundo seguirá girando igual 😉

 

Mis hijos adolescentes lo que más añoran de cuando eran pequeños, es aquella emoción de no saber qué les habían traído los reyes. Levantarse y ver todo un universo de papeles de colores dándoles los buenos días. Quedémonos con esto, que es lo que de verdad no tiene precio, y recordémonos:

 

  • Escribir la carta es una cosa muy seria. He dicho carta, no lista. Ya no sabemos escribir cartas porqué han caído en desuso, pero es un medio que educa en la empatía (preguntar al ser mágico como está y entender el trabajo que tienen estos días), en una estructura (encabezamiento, saludo, despedida), obliga a ordenar las ideas y a priorizar. Hagámosla con ellos para que nos puedan explicar porqué piden cada cosa. Podemos incluso escribir nosotros una carta, para enseñarles que un regalo también es un viaje en familia o un día de actividad sorpresa.

 

  • La frustración educa. Piden una larga lista con criterio infantil, que no tiene porqué coincidir con el nuestro, claro. Si todo lo pedido no llega, aprenderán que pueden ponerse un objetivo para conseguirlo para el día de su aniversario, por ejemplo o que pueden ir a jugar a casa de un amigo que lo tenga e intercambiarnos los juguetes. La paciencia, el valor de lo que tenemos ahora y el placer de disfrutar, son valores imprescindibles que se aprenden con la frustración. Los adultos también 😉

 

  • Tengamos claros los criterios a la hora de comprar. No nos olvidemos de la seguridad y calidad del juguete, sobre todo con los más pequeños, pero centrémonos en la adecuación de la edad. Sé que nuestros hijos siempre son los más listos, pero no les hacemos ningún favor quemando etapas con juegos de los que podrán disfrutar cuando sean más mayores. Deben ser atractivos y motivar el juego, así garantizamos la estimulación y diversión que producirán.

 

  • ¿Qué es un juego educativo? El concepto en sí podríamos decir que es una repetición, ya que el juego siempre educa, sea una capacidad, una habilidad o un valor. Pero nos acostumbramos a referir por educativos a aquellos juegos que tienen contenido curricular como las matemáticas, el lenguaje o el inglés. Es cierto que hay muchos juegos, y buenos, en el mercado, pero por encima de todo debe ser divertido. Tiene que motivar al niño a jugar y a pasárselo bien mientras juega. Recordemos que los colores, las letras o los números se pueden aprender de mil maneras e integrarlo en su día a día (rótulos de tiendas, números de porterías, colores de ropa…).

 

  • Es una noche mágica, sácale provecho. La puesta en escena también cuenta. Ralentizar el proceso de abrir los regalos desarrolla el valor de la paciencia, aumenta la emoción y crea recuerdos para toda la vida. Podemos adornar el sitio donde encontraran los regalos con alguna temática concreta, o les dejamos una carta de los seres mágicos con un juego de pistas para encontrar el regalo estrella o compramos unos enormes sacos para que se pierdan en ellos buscando los regalos de la familia y sean ellos quienes los repartan.

 

Si os interesa saber más sobre los criterios de selección de juegos y juguetes, me lo decís en los comentarios y estaré encantada de publicar una entrada más concreta.

Aprovechad, que los hijos crecen y la magia de la Navidad se esfuma. O no 😉

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